Typewriter Notes 
Taller de Literatura #1


Está pequeña sección personal, será para compartir con ustedes algunos de mis cuentos, microcuentos, novelas y una que otra idea que se me venga a la cabeza.

No soy una escritora profesional, soy bastante amateur, pero me gusta mucho escribir y quiero compartir con ustedes un espacio íntimo que será este pequeño rincón en el blog.

La primera contribución que realizó es para el Taller de Literatura, dónde bajo una fotografía y una canción podíamos inspirarnos para escribir una historia (cuento o microcuento). Debo admitir que me emocioné bastante con ambas propuestas, pero finalmente me decidí por la fotografía y a continuación dejo mi primera contribución ♥. 

Título: Fuego Nocturno
Autor: Janina Ibeth Flores (Vejibra Momiji)
Género: Drama & Distopia
Palabras: 612 Palabras
Taller: Taller de Lectura #1
Disclaimer: Todos los Derechos Reservados a Janina Ibeth Flores (Vejibra Momiji). © Copyright 2013 
"Fuego Nocturno"
Por Janina Ibeth Flores



El cielo nocturno estalló en una estela colorida de fuego. El niño de ojos rojos observó en silencio el firmamento mientras acomodaba la mochila sucia que llevaba en su espalda. Su mirada perdida en el horizonte, asimilando todo lo que sucedía en ese fatídico instante. Los adultos a su alrededor hacían lo mismo; impresionados, paralizados y atemorizados del fuego que se desplegaba por sobre sus cabezas.

El viento soplo, silbando entre los árboles e inquietando corazones al recorrer con una caricia sus cuerpos. En un instante, se detuvo; todo el ambiente quedo mudo, y como si de una pesadilla se tratará,  el fuego de los cielos se quebró en flamas de mil pedazos que se precipitaron a la tierra, consumiendo a cenizas ciudad. 

Fue en ese instante, que todos aquellos que estuvieron hipnotizados por la majestuosa destrucción, finalmente reaccionaron. El pánico cundió en la muchedumbre, todos corrían de un lado a otro tratando de refugiarse, incluso aún si sabían que no encontrarían ningún lugar.  

El fuego consumió la tierra, con una ola rojiza y dorada que calcinaba todo a su paso. No obstante, en medio de la confusión, el único que permanecía en su sitio era el niño. Su rostro inocente no mostraba ningún rastro de miedo hacía las llamas que se extendían en su dirección. No gritaba, tan solo silbaba como si la ocasión propiciará un cántico de alegría. 

No había palabras para explicar que para él, aquella majestuosa y terrible visión, era simplemente algo "lindo". Una mujer aterrorizada, que sostenía en sus brazos a una pequeña niña, perdió el equilibrio a su lado, cayendo al suelo y tirando a la que el niño suponía era su hija. 

El tiempo nuevamente se detuvo, la mujer lo miró y su expresión -sudor que recorría sus sienes- al verlo le intrigó. Temblorosa, como alma que lleva el diablo y sin mirar atrás, abandonó a la niña que antes había sostenido en sus brazos. 

La niña jalo de su pantalón, mirándolo con enormes ojos de color azul cielo, las lágrimas se vislumbraban en su dulce mirada. El niño se inclinó para mirarla, la pequeña niña, a diferencia de la madre, no le temía e incluso se aferro a él en un intento desesperado por sofocar el humo que ahogaba sus pequeños plumones.

Hubo un instante en el cuál sus almas se conectaron. Detrás de aquellos tibios ojos cielo, el niño de ojos rojizos encontró una vida inocente; a diferencia de todas aquellas que se encontraban huyendo. El niño finalmente tuvo a alguien a quién deseaba proteger. 

La niña gritó desesperada cuando miró aterrorizada las olas de fuego que se acercaban a ellos. El niño sonrió, acurrucándola contra su pecho en un acto paternal, y desplegando de su mochila un par de alas de metal y hielo que los cubrieron. 

Un gritó ahogó el ruido, y solo quedó oscuridad.

A la mañana siguiente cuando las aves cantaban sobre los árboles carbonizados, las alas metálicas se replegaron con un sonido chirriante. Las almas estaban oxidadas y algo quemadas, pero bajo ellas lentamente dejaron relucir a las pequeñas figuras. La niña estaba inconsciente, entre los brazos de aquel ángel metálico. 

Con mucha suavidad, el niño depositó a la criatura rubia en el suelo. La vio respirar con lentitud como si le faltará el aire, así que suavemente se inclino a besarla con dulzura, mientras sostenía su rostro y comenzaba a soplar aire a sus pulmones.

Poco tiempo después, cuando las aves volaban hacia el cielo, la niña despertó. Con una sonrisa, el niño la recibió en aquel nuevo mundo, seco y destrozado, era el comienzo de una nueva era, y él finalmente había encontrado a su pareja.