Typewriter Notes 
Boulevard

Buen miércoles a todos, espero que se encuentren muy bien. Vengo ustedes con un nuevo relato corto. Sin mucho que decir, muchas gracias por la lectura y todo comentario es bienvenido ❤.

Título: Boulevard
Autor: Janina Ibeth Flores (Vejibra Momiji)
Género: Romance, Década de los 40's, Pre-Segunda Guerra Mundial.
Palabras: 895 Palabras.
Notas: Inspirada en el reto mensual "YO" de Adictos a la Escritura. Relato corto parte de un universo más grande. Sin betear
Disclaimer: The Typewriter Notes © Copyright 2013. Todos los Derechos Reservados © Janina Ibeth Flores (Vejibra Momiji).


{ Boulevard }
Por Janina Ibeth Flores

Yo no era más que el muchacho de la cocina, el que limpiaba los platos y que en ocasiones servía la mesa, no era especial, nunca lo había sido. Incluso tenía el cuerpo delgado sin músculos, el cabello oscuro y bien arreglado; ojos marrones y estatura pequeña; no era más grande que el tamaño promedio de un niño de dieciséis años y a simple vista, era solo uno más de los muchos habitantes de esta gran ciudad.

Tal vez porque era corto de estatura y sin masa muscular, no solía resaltar mucho entre la multitud y en varias ocasiones era propenso a recibir una golpiza al salir del trabajo, por ello casi todo el tiempo me escabullía del trabajo para viajar al viejo bulevar al otro lado de la ciudad. 

Me gustaba ese sitio, caminar entre los árboles hasta llegar a aquella vieja cantina ubicada en la avenida Madison número veintitrés, que se encontraba escondida entre dos edificios color marrón. Ese lugar era mi secreto o al menos lo que la gente decente consideraba un poco inmoral. Era un bar de aquellos que se hicieron famosos durante la época. Había música jazz y blues –música de negros solían llamarla-, hombres y mujeres fumando cigarrillos y habanos cubanos, parejas bailando y en el centro siempre estaba ella, la famosa cantante del lugar.  

Su cabello era rubio oscuro pero en ocasiones con la luz del salón parecía casi rojizo, similar al fuego. Su presencia iluminaba el escenario, solía caminar lento y elegante, moviendo las caderas al compás de la música jazz que tocaban mientras sus labios carnosos color carmesí, derretían y encendían pasiones. 

Siempre que ella cantaba, el ambiente se alegraba. Era una mujer provocaba emociones desconocidas en los hombres que la escuchaban cantar y porque no, en algunas mujeres que atravesaban el bar en ocasiones. Para mi, ella era el centro de mis fantasías, en el fondo de mi mente estaba convencido que nunca iba a alcanzarla, ni siquiera me atrevía a hablar con ella pues el sólo destello de sus ojos verdes, inducía a que me temblarán las piernas y quisiera huir al instante. 

Así que solo me conformaba con ver su actuación en el escenario, reposando mi alma en el sonido de su voz. Lo cierto era que cuando la escuchaba cantar me sentía a salvo, observando desde las sombras de mi rincón en la esquina su delicada figura y deleitándome en el movimiento de sus labios con cada nota. Había hecho lo mismo desde el primer día que había entrado en aquel lugar.

Podría sonar como un loco; ciertamente estaba loco pero para una persona como yo, nada especial, sentirme único aunque sea por un momento ante sus canciones, me llenaba de sueños y deseos que nunca antes me atreví a tener y como no, también me llenaba de fantasías color carmesí. Los hombres más viejos podían decir que estaba “enamorado”, yo mismo lo aceptaba, aunque ella no supiera mi nombre y ni siquiera yo supiera su nombre real. La amaba y aunque fuera en la distancia, siempre me prometía cada noche que iba a cuidar de ella.

Durante mucho tiempo fue así hasta que comencé a decidirme; iba a hablar con ella, decir lo que pensaba y sentía. Desde ese momento siempre esperaba a que terminara su última canción para seguirla hasta su camerino y hablarle pero me acobardaba cuando ella se retiraba, mis pies se quedaban helados y mi cuerpo paralizado. Al final del día me quedaba en mi lugar sin hacer nada. 

Pero esa noche fue diferente, no quería que eso sucediera más. Así que planee las cosas, rigurosamente, e incluso estuve moviendo mis pies todo el tiempo durante la presentación para que el frío no los alcanzará y me paralizará. Esa noche, después de que terminó la canción y se retiró del escenario, me levante como alma que lleva el diablo y traté de alcanzarla, armándome de valor para entablar aunque sea una pequeña conversación mientras le regalaba un ramo de flores que compré en la mañana para expresar mis sentimientos. Sabía que nunca serían correspondidos pero deseaba ante todo observar su mirada cuando le confesará mi amor.

La seguí hasta su camerino y espere a que saliera de el. Me pasee varios minutos tratando de calmar mi corazón acelerado por los nervios. Espere, durante un largo rato, pero ella no salió. Decepcionado me aleje de la puerta e iba a cruzar al otro lado del pasillo cuando vi como dos hombres la arrastraban fuera de su camerino hacia la calle por la puerta trasera del bar. 

Ella parecía asustada, yo me encontraba asustado, aún así no pude acobardarme, no era capaz de dejarla sola e indefensa en esa circunstancia. Salí detrás de los hombres, llamándolos para que se dieran cuenta de que ella no estaba sola y que podía tener ayuda. Cuando los hombres la empujaron al suelo y me miraron, ella también me miro y con angustia movió sus manos para que me alejará. No lo hice, la amaba e iba a protegerla.

El resto de los sucesos de esa noche quedaron un poco fragmentados en mi mente; cuando desperté, varios días después, me encontraba en la clínica más cercana de la zona. Tenía varios huesos rotos y la cara morada, me reí de mi mismo por la torpeza que provoqué al enfrentarme a ese clase de hombres, pero aún así… cuando la escuché gritar y pedir por ayuda, sabía que de alguna forma estaba ahí para ella. 

Suspirando traté de levantarme cuando una mano acaricio mi cabello. Abrí los ojos conmocionado y sin proponérmelo termine sonrojado. Ahí frente a mi, con ojos llorosos, se encontraba la cantante. Le sonreí con suavidad cuando ella me agradeció y el corazón se me desbocó del pecho al escuchar su nombre; “Mina”, era su nombre.

Mi amada Mina.